domingo, 20 de enero de 2013

Sant Sebastià y la "Revetla"



Cuenta la leyenda áurea (narración de las vidas de los santos con profusión de fabulaciones de religiosidad popular) que Sebastià fue un militar romano, capitán de la guardia imperial. Convertido al cristianismo, fue condenado a muerte por predicar la nueva religión dentro del ejército. Un pelotón de arqueros mauritanos lo agujerearon a golpe de flecha. Hecho el trabajo, lo dieron por bien muerto y abandonaron el lugar. Pero, el santo militar sobrevivió a la ejecución y fue curado por una viuda piadosa llamada Irene. De nuevo en activo, Sebastià fue de otra vez encarcelado y conducido ante el emperador Diocleciano, quien ordenó que fuera azotado hasta la muerte; su cuerpo fue tirado en una alcantarilla. Pero, el espíritu del mártir se apareción ante Lucía, y sus despojos fueron finalmente enterrados en las catacumbas (que hoy llevan su  nombre), cerca de los cuerpos de los apóstoles.

Según el cronista Joan B. Binimelis, aproximadamente sobre el año 680, el papa Agatón erigió un altar en la basílica del santo, en Roma, cerca de las catacumbas, para detener una terrible epidemia de peste. El remedio resultó eficaz, y el mártir fue considerado advocado contra la peste.

Mucho más tarde, la advocación de Sant Sebastià se arraigó en Mallorca. Puesto que Sant Sebastià tenía fama de protector contra las epidemias y que Mallorca estaba en contacto con importantes vías del contagio de la peste (norte de África y Mediterráneo Oriental); la devoción de los ciudadanos hacia el santo fue creciendo con el tiempo, igual que las ceremonias y las festividades relacionadas. A mediados del siglo XV, en la Seu de Mallorca, ya había un altar dedicado a este santo, y se conservaba un relicario que tenia “un trocito de costilla y un hierro de la saeta”. Así, en el año 1451, se concedió a los Jurados de Palma la solicitud para que la fiesta de Sant Sebastià fuera solemne y que se tocara la campana mayor. Un paso institucional relacionado con el culto a Sant Sebastià se llevó a cabo en 1518, cuando los jurados de la Universidad obtuvieron el patronato sobre la capilla que querían dedicar al santo protector.

Entre los años 1522 y 1523, al final de la revuelta de las germanías, apareció la peste en Mallorca. En medio de la epidemia llegó a la ciudad, huyendo de los turcos, un presbítero de la isla de Rodas llamado Manuel Suriavisqui (arcediano de la iglesia de San Juan Coladie) que llevaba, en su barco, una reliquia del santo. Concretamente, la reliquia consistía en el hueso de un brazo de Sant Sebastià. Según la leyenda, cuando el arcediano quiso partir del puerto de Palma, se desencadenó un fuerte temporal. El temporal volvía a crecer cada vez que el barco quería hacerse a la mar. Interpretando este hecho como una voluntad divina para que la reliquia se quedara en la isla, se decidió dejar el hueso del brazo de Sant Sebastià en Palma. Según parece, estos hechos coincidieron con el final de la peste que asolaba Mallorca. Por eso, se atribuye el final de la epidemia a la llegada a Palma de esta reliquia. En agradecimiento, se fundó una cofradía en honor al santo. Esta estaba formada por un canónigo, un consejero, un presbítero de la Seu, un ciudadano, un mercader y cuatro menestrales. Se estableció una renta por la fiesta anual, limosnas y el sufragio del retablo de la capilla de Sant Sebastià en la Seu. El canónigo Pere Joan Llabrés nos cuenta que en el año 1541 la fiesta de Sant Sebastià, fue declarada d´Eloi (es decir, con toque de la campana mayor) a petición de los jurados, los cuales entregaban un cirio para la celebración. Joan B. Binimelis, en 1595 dice que el santo se venera en Mallorca, y especialmente en la Seu, con título de patrón y advocado de la peste. La devoción hacia el santo fue creciendo hasta que en el siglo XVII, en el año 1634, los Jurados presentaron la nominación como patrón de la ciudad a favor de Sant Sebastià. El título de patrón fue confirmado por la Santa Seu el 18 de junio de 1868.

Una vez desaparecida la cofradía de Sant Sebastià, el Ayuntamiento siguió costeando la fiesta de Sant Sebastià. Esta consistía en una misa a la cual asistía la corporación precedida de tamborileros y maceros. A parte de eso, l fiesta no contaba con ningún otro elemento significativo. No obstante, Joan Amades (Amades, Joan: Costumari Català, vol. I, 569) menciona las hogueras de Sant Sebastià como otro elemento tradicional de la fiesta: “En la ciudad de Mallorca, en la vigilia de Sant Sebastià se encendieron grandes hogueras para que el santo hiciera quemar todos los gérmenes pestilentes. La voz popular dice que la costumbre recordaba una gran peste que arrasó la ciudad y que fue extirpada, con la ayuda del santo, encendiendo gran profusión de hogueras. Alrededor de la hoguera los jóvenes se dejaban llevar por la danza y a alegría. Al cobijo de las hogueras tradicionales de Sant Sebastià se acercaban las escasas expansiones carnavalescas que se encuentran en Mallorca. Se organizaban comparsas que rodeaban las hogueras y realizaban pequeñas representaciones de carácter humorístico, alegre y festivo, y cantaban y bailaban.

En el vestíbulo de la sala de sesiones del Ayuntamiento, una pintura atribuida al pintor flamenco Anton Van Dyck nos recuerda al patrón de la ciudad. El lienzo procede de una donación efectuada por Bartomeu Verger, que lo trajo de Madrid. En la escena, aparece el mártir, a punto de ser atado al árbol, un patricio romano a caballo y el pelotón de ejecución; uno de estos arqueros es un soldado de color, sin duda una referencia al origen mauritano de los miembros del pelotón.

La fiesta en la actualidad

El elemento más participativo de la fiesta del patrón de Palma, la revetla (verbena), es muy moderna, del año 1977. Se tiene que pensar que las grandes fiestas ciudadanas de participación y jaleo popular se hacían por barriadas; eran normalmente en verano y contaban con una potente organización de tesoreros. El programa de fiestas de Sant Sebastià comprende unos diez días de actividades. Actualmente comienza con las beneïdes de Sant Antoni (día 17 de enero) y finaliza el domingo posterior a la actividad central del programa de fiestas, la revetla (día 19 de enero), con un espectáculo basado en el fuego llamado aTIÀr FOC.

De manera similar al programa de las fiestas de Navidad, las celebraciones de Sant Sebastià abarcan un gran número de actividades organizadas no solo por el Ayuntamiento y servicios ligados a él, sino por muchas otras entidades, tanto públicas como privadas. La tipología de estas actividades es de una gran diversidad, de tal manera que el programa de fiestas está configurado por actividades culturales, lúdicas y formativas.

El pregón de las fiestas es la actividad que inaugura el programa de Sant Sebastià. Este se realiza con el marco de un desfile que sale de la plaza de la Puerta Pintada (plaza España) y se dirige hacia la plaza de Cort, donde posteriormente se produce la lectura del pregón. Este es un acto en el que una persona reconocida, nacida o vinculada a la ciudad, aporta su visión sobre la fiesta o sobre la ciudad.

Encendido de la hoguera y “revetla”

Respecto a todo el programa de actividades de las fiestas de Sant Sebastià destaca la Revetla. Esta tiene lugar al atardecer del día 19 de enero y se centra en la música en vivo y en las torradas. Diversos escenarios dedicados a diferentes estilos musicales llenan las plazas de la ciudad. Los inicios de la actual Revetla son muy recientes, concretamente al año 1977.

En sus primeros años la revetla se llevaba a cabo en la plaza Mayor. Atendiendo a criterios de espacio (la plaza se congestionaba) y de diversidad (para hacer la oferta extensiva a otros sectores de la población) se descentralizó y se multiplicaron los lugares en que tenía lugar, así como la oferta de estilos musicales. El acto que abre la Revetla es la encendida de la hoguera de la plaza Mayor. Este acto se realiza en la tarde del 19 de enero, antes de los conciertos en las diferentes plazas de la ciudad, precedido por el Baile de los Gigantes y Cabezudos de la Sala, que salen desde el Ayuntamiento, acompañados por la música de grupos de xeremies y batucadas. Se dirigen hacia la plaza Mayor, dónde son presentes en el encendido de la hoguera por parte de el Drac de naCoca.

Bibliografía: "Les festes de Palma", de G. Valero, J. Bueno y B. Font.
Traducción: Virginia Leal
Fotografía: Virginia Leal

jueves, 17 de enero de 2013

Sant Antoni y las "beneïdes"



Sant Antoni Abat
Sant Antoni vivió en el bajo Egipto durante la segunda mitad del siglo III. Aunque fuera heredero de una gran fortuna, optó por seguir el Evangelio y dar todos sus bienes a los pobres. Así fue como optó por una vida de penitencia en la soledad del desierto donde, según la tradición popular, el demonio lo tentaba constantemente sin éxito. El día de su muerte, el 17 de enero del año 356, dos leones se acercaron a él y, lamentándose por la muerte del Santo, la cavaron la tumba con sus garras. Mientras los leones besaban las manos de Sant Antoni, este les bendecía.

Sant Antoni Abat es reconocido como patrón protector de los animales, especialmente del ganado. La fiesta de este santo parece que puede ser la cristianización de antiguas ceremonias y de cultos primitivos dedicados a divinidades pastorales protectoras del ganado, posiblemente porcino y puede ser también de “peu rodó” (mulas). Algunos autores relacionan esta fiesta del ganado de “peu rodó” con las fiestas habituales romanas. En la antigua Roma, el 8 de enero era la fiesta de la coronación de los burros ante el altar de Júpiter.

Los antonianos en Palma


Como cualquier santo campesino, gozaba de gran veneración en la Part Forana de Mallorca. Pero, la ciudad de Mallorca también tenía su punto de devoción antoniana, la iglesia y el convento conocidos con el nombre de San Antoni de Viana y, más popularmente, con el de Sant Antoniet. Las beneïdes (bendiciones) del 17 de enero eran muy concurridas y se dedicaban glosas, como: “Sant Antoni es un bon sant i qui té un dobler li dóna perquè li guard s´animal tant si és de pèl com de ploma”.

Los frailes antonianos, además de ser depositarios del patronato del ganado, cuidaban de un hospital dedicado a los malalts de foc (enfermos de fuego o herpes), enfermedad producida por la intoxicación de cereales. Se instalaron desde la misma conquista en la calle de la Sèquia o Sant Miquel. El actual edificio, de estilo barroco clasicista, muestra sobre el portal mayor un nicho con la imagen de sant Antoni, con un cerdo y el fuego de sant Antoni a sus pies.

Cada 17 de enero los antonianos organizaban las beneïdes (bendiciones) de animales, que todavía hoy en día tienen lugar en el mismo lugar; además, desde 1573 tenía lugar anualmente la rifa del porc de Sant Antoni (rifa del cerdo de San Antonio), que era un ejemplar de los que integraban la piara de los antonianos. Los beneficios del sorteo eran destinados al hospital de Sant Antoni de Viana, para la curación de los enfermos atacados por el mal del fuego de Sant Antoni.

Un hecho curioso relacionado con los antonianos y con sus cerdos se produjo en el año 1719, cuando se prohibió que las piaras de los cerdos pasturaran por las calles de la ciudad. Al menos desde 1627, se dictaron disposiciones para eliminar los cerdos de las calles públicas, ya que lo consideraban muy perjudicial para la salud pública, además de poder provocar otras desgracias, como en una ocasión que los cerdos hicieron caer a un capellán con sus sagradas provisiones cuando tenía que administrar la extremaunción a una persona, o como cuando un cerdo se comió un minyó de llet (niño de leche).

A pesar de la prohibición de 1719, la piara de cerdos del convento y del hospital de Sant Antoni de Abat, de la calle San Miguel, hizo valer sus derechos, ya que gozaba de antiguos privilegios, como la de tener cerdos en las plazas públicas. Amparados por estos derechos, los antonianos pudieron continuar pasturando los animales por la ciudad. Asimismo, esta situación de privilegio no duró mucho, ya que en 1788 la congregación de los antonianos fue disuelta; pese a ello, la rifa del porc continuó durante buena parte del siglo XIX.

Las beneïdes de Sant Antoni

El Die Balearen del Archiduque Luis Salvador (1871) describe como transcurrían las beneïdes (bendiciones) de Sant Antoni en Palma: “La más notable se hace el día 17 de enero, día de Sant Antoni Abat, en Palma y otras poblaciones, y tiene por finalidad la bendición de caballos, mulas y burros. Entonces en Palma, mientras se realiza una ceremonia religiosa en la pequeña iglesia de Sant Antoni en la calle San Miguel en honor a este santo, se ve en la calle cercana a la iglesia un capellán vestido con roquete y estola que está de pie detrás de una mesita, dónde hay un botijo adornado de cobre que contiene el agua bendita y un cuenco para recoger las limosnas. De la iglesia de San Miguel acuden un gran número de caballos, mulas y burros con la cabeza y la cola adornados con cintas multicolores…al pasar delante del capellán, se paran un momento y durante este tiempo el capellán reza una oración en latín especial para la ocasión, moja la calderilla en el cuenco de agua bendita y hace unas aspersiones al animal correspondiente…Normalmente el jinete, después de que el capellán haya rezado una oración especial para él, deposita una limosna dentro del bacín. Algunos, pero, no se paran y por eso no dan ninguna limosna; reciben solamente las salpicaduras del agua bendita…Toda la ceremonia dura normalmente de las 10 de la mañana a la una de la tarde”

La fiesta en la actualidad

La Revetla. Aunque, en Palma, la revetlla (verbena) de Sant Antoni no tiene la importancia como la que gozan en pueblos de Mallorca como la Pobla, Muro, Manacor o Artà, si que es una fiesta muy celebrada a nivel de barrios. En este sentido, podemos afirmar como son muchas las diferentes barriadas y entidades que celebran esta fecha organizando hogueras, torradas y música. Relacionado con este hecho, se puede destacar como en el año 1977 las asociaciones de vecinos recuperaron, entre otras actividades de aspecto lúdico, las fiestas de Sant Antoni. En el barrio de Son Ferriol, Sant Antoni y sus fiestas son el alma del núcleo; también la iglesia y la escuela están dedicadas a Sant Antoni.

Las beneïdes en Palma, actualmente, están organizadas por el Ayuntamiento de Palma y por la Asociación de Comerciantes de la calle San Miguel. Esta celebración se había perdido y se retomó en el año 1981. Otra de las tradiciones que se han recuperado es la rifa del cerdo. Esta tradición, compartida con poblaciones catalanas como Vilanova y la Geltrú y el Vedell, ha sido retomada por la Asociación de Comerciantes de la calle San Miguel.

Los actos centrales de estas fiestas en Palma son la misa que tiene lugar en la iglesia de Sant Antoniet (en la calle San Miguel) y el desfile de animales que, a su paso por la iglesia, son bendecidos. En el desfile, precedido por a Policia Montada, participan los Tamborers de la Sala, el grupo de gigantes y cabzudos de la Sala, la Banda de Música Municipal de Palma, grupos de xeremiers, caballos, carrozas y otras entidades que trabajan con animales como la Guardia Civil, los Bomberos, etc. En la explanada de la Seu se concentran los participantes que, desde aquí, se dirigen hacia San Miguel pasando por Cort y la Plaza Mayor. En los últimos años ante la iglesia parroquial de San Miguel el rector de esta, encima de una tarima dónde también están presentes las autoridades municipales, bendice a los animales que desfilan por delante.

Bibliografía: "Les festes de Palma. Història, tradició i vigència", de G. Valero, J. Bueno y B. Font.
Traducción: Virginia Leal
Fotografía: Virginia Leal 

sábado, 12 de enero de 2013

El Ayuntamiento de Palma. La plaza de Cort.



La historia cuenta que el rey Jaume I conquistó Mallorca en el año 1229, dónde creó una institución llamada el Gran y General Consejo, con poder sobre toda la isla.

En el año 1718, con los decretos de Nueva Planta de Felipe V, se podrujo el tránsito de la Universidad de la Ciudad y el Reino de Mallorca al Ayuntamiento, y su poder sobre toda Mallorca pasó a ser solamente sobre la ciudad de Palma.

Hoy en día la plaza de Cort continúa siendo el centro de la vida municipal. El nombre de la plaza proviene de la concentración en este lugar de buena parte de las antiguas sedes de las cortes o curias feudales. La plaza se considera el kilómetro 0, lugar dónde comienzan las principales carreteras de Mallorca.

La olivera de Cort. Este singular árbol, conocido como la Olivera de Cort, fue trasplantado en 1999 desde Pedruixella Petit (Pollensa), en la Sierra de Tramuntana, para ser plantado en la plaza de Cort, como un símbolo de paz y arraigo a la tierra. En su lugar original sirvió de modelo a pintores y fotógrafos. El Olivo de Cort está ubicado en medio de la plaza del mismo nombre, justo delante del consistorio de la capital de Mallorca. El propietario, al conocer el destino del olivo, la regaló al municipio. En ese momento pesaba 3-4 toneladas. Rebrota al año siguiente sin problemas y se encuentra en buenas condiciones vegetativas. Pese al traslado y a la edad, sigue dando sus frutos cada año.

Si nos fijamos, en él encontramos formas curiosas, como la denominada «la Oreja de Mallorca» o la cara de un cabezudo. Se trata de un árbol catalogado y protegido por la ley 6/1991, de Protección de Árboles singulares de las Islas Baleares.

La fachada

La fachada barroca conforma la imagen característica del edificio. Fue sometida a sucesivas reformas y fue declarada monumento histórico artístico el 3 de junio de 1931. El edificio actual del Ayuntamiento, conocido popularmente como la Sala, se levanta sobre el antiguo Hospital de Sant Andreu y sobre la antigua Casa de la Universidad. No se tiene constancia del trazado del edificio antiguo. Reproduce el esquema de la casa señorial mallorquina tradicional, en forma de tres pisos decrecientes rematados con una impresionante saliente.

El 28 de febrero de 1894, un incendio muy importante causó grandes desperfectos en el edificio y destruyó prácticamente todo el interior. Este hecho motivó una nueva reforma de la casa consistorial según el proyecto del arquitecto municipal Manuel Chápuli.

El saliente, obra de Gabriel Torres, es de pino rojo y de aproximadamente 3 metros de vuelo. Está sostenido por 11 vigas en las cuales descansan de forma alternativa 6 figuras de hombres, los atlantes, y 6 de mujeres, las cariátides. Así, una figura femenina coincide con el sexto tramo y marca el eje de simetría de la fachada.

El banco de la fachada. Dice la tradición popular que aquí se sentaban las personas que no tenían trabajo, y que cuando les preguntaban: “i vós, por què no feis feina?” la respuesta, con pocas variantes, solia ser. “jo, si no fos pel meu reuma, el meu braç…, ja treballaria, ja però…”. Por eso se le llama el banc dels vagos (el banco de los vagos) o el banco del “sinofós” (si no fuera por…).

El reloj y otros símbolos

El reloj se conoce popularmente con el nombre de En Figuera, en recuerdo de Pere Joan Figuera, fundador de la primera campana que hubo en el siglo XIV. Durante siglos estuvo situado en una torre de la calle de la Victoria, demolida en el siglo pasado. Su colocación en la fachada del Ayuntamiento data de 1849 y el reloj actual fue fabricado 14 años después.

Un caracol y un dragón representan las firmas del maestro picapedrero Jaume Caragol y el maestro escultor Francesc Dragó, que esculpieron en la fachada los símbolos de sus apodos.

El interior del Ayuntamiento

La Biblioteca Pública Municipal se encuentra en el vestíbulo del Ayuntamiento desde el año 1927, en el espacio que antes ocupaba el cuartel de bomberos. Del Hospital de Sant Andreu, lugar dónde se reunía el Gran y General Consejo, hoy en día solo queda un portal gótico con los escudos de la ciudad y con las puertas de madera blasonada situado en el interior de Cort, donde se puede apreciar, grabado en la piedra, el escudo de Mallorca.

Los gigantes actuales del Ayuntamiento de Palma datan del año 1961, y por iniciativa popular se les bautizó con los nombres Tòfol y Francinaina. Están hechos de madera y cartón, hacen 4,20 metros de altura y van vestidos a la antigua. Al lado hay dos gigantes más, una copia de unos que había a principio del 1900 y que se perdieron durante la Guerra Civil española. Están hechos de aluminio y resina, hacen 3,80 metros de altura y pesan 30 kg. También se llaman Tòfol y Francinaina. En la escalera hay dos gigantes más, un grupo de xeremiers: uno con el tamboril y el flautín, y el otro con la chirimía.

La escalera de honor fue concebida por el arquitecto Gaspar Bennàzar. Es una escalera suntuosa de influencia francesa. En el frontal hay esculpidas en la madera las figuras de los maceros elaborados por Joan Monserrat, el dragón alado que coronaba el yelmo del rey Jaume I y dos escudos: el escudo con las armas reales de Aragón y las del Reino de Mallorca. En el paramento del fondo que corresponde al inicio de la escalera hay dos pequeños relieves, uno a cada lado, que representan una tortuga y una rana. Estas figuras datan de 1926, cuando se construyó la nueva escalera de honor. La tradición popular cuenta que las obras de la escalera se hacían muy lentamente y además se trabajaba en tramos desordenados. Es decir que las obras iban a paso de tortuga y a salto de rana.  

La planta noble

El arca de las insaculaciones data del siglo XVII y se guardaban los cuatro sacos que contenían los nombres de los que podían ser jurados de la ciudad. Una vez al año, el arca se abría y un menor de 7 años era el encargado de sacar los boletos con los  nombres de los nuevos jurados. Este procedimiento se llamaba “a sac de sort”. Sac (saco) porque los nombres estaban dentro de un saco y sort (suerte) porque debías de tener mucha suerte para que saliera tu nombre.

En una vitrina aparecen expuestas unas copias del estandarte del rey Jaume I, del yelmo del casco de Martí I el Humano con que tradicionalmente se ha representado el rey Jaume I y de las mazas que llevaban los maceros cuando acompañaban a los jurados por la ciudad. También se puede ver el bastón de control del alcalde, símbolo de autoridad del cabeza visible del Ayuntamiento.

Destacan también tres obras pictóricas, estas son Martiri de Cabrit i Bassa, ejecutados por su fidelidad al rey Jaume II; Sant Sebastià, pintura atribuida a Van Dyck que representa al patrón de la ciudad, sant Sebastià. La leyenda cuenta que el 1523 una epidemia de peste que asolaba la ciudad de Mallorca cabó de pronto el mes de agosto con la llegada de una reliquia del santo. Como agradecimiento por la protección y las curas, sant Sebastià goza de gran veneración y en 1634 fue llamado oficialmente patrón de la ciudad, y el Enterramiento de Ramón Llull.

El antiguo despacho del alcalde contiene un mobiliario antiguo interesante en el cual destacan las pinturas de El retrato de Ramón Llull, de Ricard Anckermann, la pintura de los jurados venerando la Inmaculada y la pintura que representa la dormida de la Mare de Dèu. Destaca también la alcaldía, vestíbulo de entrada que da al balcón principal de la fachada.

La sala de plenos

Recubriendo las parees tenemos la galería de hijos ilustres de Mallorca. La tradición, instituida por el Gran y General Consejo, de proclamar hijos e hijas ilustres y de colocar su retrato en la sala de plenos, la continuó el Ayuntamiento de Palma hasta el día de hoy. En las dos ventanas reconocemos las figuras de los maceros, símbolos representativos de los jurados de la ciudad (ver leyenda), envueltos por los escudos de los pueblos de Mallorca.

Pero lo que más destaca es una pintura de 1621 que representa al rey Jaume I. Cada 31 de diciembre lo exponen en la fachada del Ayuntamiento, desde dónde preside la Fiesta del Estandarte.

Fuente: El Ajuntament de Palma
Fotografías: Virginia Leal