martes, 12 de marzo de 2013

La Torre des Verger o “Mirador de ses Ànimes” (Banyalbufar - Mallorca)


La Torre des Verger o “Mirador de ses Ànimes” (mirador de las almas) se sitúa en la carretera de Banyalbufar a Estellencs (C-710 Pollença – Andratx), a la altura del kilómetro 88,6. Configura un lugar emblemático de la costa de Tramuntana. Aparece esbelta y osada encima del acantilado. Data del año 1579 y fue restaurada hace unos años.

Se pueden disfrutar de unas puestas de sol excepcionales y una panorámica que abarca toda la costa hasta la Dragonera. El Archiduque Luís Salvador decía que desde aquí se podía contemplar la mejor vista de Mallorca. Era la única atalaya (torre de vigilancia) que hacía señales de fuego y humo en Banyalbufar. Antes de su edificación había una barraca destinada a la vigilancia de la marina.

La torre des Verger era una atalaya especial porque se encargaba de recibir y emitir señales. Los avisos se realizaban durante el día con humo y con fuego por la noche. El humo se realizaba sobre la terraza de la torre cuando se prendía fuego la hierba en un farol de leña. Las intermitencias del mismo fuego indicaban el número de naves avistadas. En caso de que las naves fueran superiores a 10, se dejaba el fuego encendido durante un cuarto de hora. Recibía el fuego que hacia la torres de la Pòpia (la Dragonera) y a la vez daba señales a las torres de Trinidad (Valldemossa), Pedrissa (Deià), Pedrapicada (puerto de Sóller), recorriendo así todo el litoral de la Serra de Tramuntana. Ante las noticias de naves hostiles, además de efectuar estas señales de humo o fuego, se hacían sonar unos cuernos. Incluso uno de los vigilantes de la torre avisaba al alcalde, el cual rápidamente daba aviso a Ciutat (la actual ciudad de Palma de Mallorca).

Ya en el año 1669 la torre de es Verger estaba dotada de dos espingardas (cañón de artillería de poco calibre). La Universitat de Banyalbufar – Esporles estaba obligada a suministrar a los vigilantes la munición. Estos, cada vez que descargaban munición, debían comunicar la cantidad de descargas y los motivos. Así, el municipio podía llevar un estricto control de las municiones que existían en el pueblo.

El Estado Español, cuando desaparecieron las causas que motivaron su construcción, la subastó en el año 1875 y fue adquirida por Franscisco Manuel de los Herreros, en nombre del Archiduque Luis Salvador. La información oficial previa a la subasta reseñaba la torre en mal estado. Después, el Archiduque, también adquirió el pinar que había entre la torre y la carretera y restauró el edificio. En su libro, “Torres y atalayas de Mallorca” cuenta su experiencia personal al comprar la torre:

“Cuando el gobierno vendió las torres de la costa de Mallorca, adquirí yo la Torre del Verger por considerar que era el punto con el mejor panorama de toda la costa de Mallorca. Pero tan sólo era propiedad del gobierno la roca sobre la cual se levanta la torre y entre ésta y el camino que lleva de Banyalbufar a Estellencs se encuentra un terreno de pinar que pertenecía a un anciano de Banyalbufar por el que se debía cruzar para llegar a la torre. Me pareció necesario a toda costa comprar este terreno, pero el dueño no quería venderlo […]. Hice valorar el terreno por un tasador del lugar y ofrecí el triple del valor estimado. Pero todo en balde; el anciano me dijo que él había heredado el terreno de su padre y por nada quería cederlo.

Pasaron así tres años; un día el anciano fue a su campo con una hacha para podar las espesas ramas que crecían en lo bajo del tronco de los pinos; a causa de las púas de unos cardos que crecían en el suelo, rebaló, erró el pie y fue a precipitarse en el abismo dónde halló un lamentable final. Al asomarse desde aquel lugar al precipicio sobrecogedor, el recuerdo de aquella infeliz caída lo hace todavía más horrible hasta que uno inconscientemente se retira del acantilado vertiginoso. El hijo de aquel anciano creyó que aquella caída había sido un castigo por no haberme querido vender el campo; acudió a  mí rogándome con insistencia que le comprara el terreno, a lo que yo asentí.”.

Descripción de la torre

Para llegar a la torre hay que cruzar un pequeño puente que da acceso a unas escaleras de cinco peldaños que suben por la roca madre desde dónde se levanta la atalaya. La construcción es de sección circular, de 4,78 metros de diámetro y de 2,70 metros de altura. Está construido con un sistema de mampostería o argamasa (mezcla de piedra pequeña y cal).

El acceso al interior se realiza por un estrecho portal en forma de arco de medio punto que da paso a una pequeña cámara cubierta por una bóveda, de unos 3,80 metros cuadrados. Dentro encontramos una pequeña escalera de hierro, la cual nos permite subir al piso superior.

Una parte de terrado está cubierto por un tejado que origina un pequeño porche, dónde se refugiaban de la lluvia los vigilantes y sus armas de fuego. Este tejado reposa sobre un parapeto, de unos 2,70 metros de altura, que desciende siguiendo la pendiente de las tejas. En este parapeto hay una ventana y tres troneras para poder vigilar y disparar hacia tierra.

La torre vista por el Archiduque Luis Salvador en Die Balearen

“La torre del Verger, una de las atalayas más antiguas de la isla, domina el mar desde un promontorio a la izquierda de la carretera, de la cual queda separada por una hondonada. Se trata de una modesta construcción de 4 varas de alto, con una estrecha puerta un tanto elevada respecto al ras de suelo. Les figueres de moro (higos chumbos) que la rodean se inclinan hacía el pedregoso acantilado, frecuentado solamente por las aves marinas. 

El lugar es, no obstante, paradisíaco, uno de los más bellos de la isla, sino el que más, me aventuro a decir, ya que la vista que se contempla, vastísima, abarca, por un lado toda la costa hasta el huraño perfil de la Dragonera., y por el otro toda la línea del mar hasta el cabo Gros de Sóller. De verdad que no se puede concebir paisaje más harmonioso e impresionante que el primero de los descritos. Todas las veces que lo he visitado me ha conmovido la prodigiosa belleza, como acabada de descubrir; tanto es así, que por fin pude hacer de mi propiedad este lugar único, de bravas rocas, donde a veces acudo para dejar que las horas discurran inapreciablemente cuando desde mi observatorio pongo la mirada ahora en el inagotable mar, ahora en la Dragonera, dónde se ubica el bello Sant Elm de mis añoranzas, o más alejado, hacia el elevado hogar de Valldemossa” (Habsburg – Lorena, VIII, 67).

Bibliografía: "Banyalbufar. Guia  de passeig", G. Valero i Jaume A. Albertí"
Traducción: Virginia Leal
Fotografías: Virginia Leal